m.echojspodcast.com | 07. 08. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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?Sobre qué reflexionar y qué perseguir 80 a?os después de los bombardeos atómicos de Hiroshima?
El miércoles, la campana en el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima sonó una vez más. Se celebró una solemne ceremonia conmemorativa en Hiroshima, donde los asistentes reafirmaron su compromiso con la paz. En su discurso, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, pidió el establecimiento de "un mundo sin guerra nuclear y un mundo sin armas nucleares". Como el miércoles se cumple el 80 aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima, la gente debe examinar profundamente el verdadero significado del recuerdo y explorar cómo mantener una perspectiva histórica correcta sobre la Segunda Guerra Mundial y mantener la seguridad común mundial.
Los bombardeos atómicos que golpearon hace 80 a?os fueron sin duda una de las mayores tragedias de la humanidad. Por lo tanto, "Hiroshima" y "Nagasaki" se convirtieron en símbolos poderosos que llevaron al Japón de la posguerra por un camino de pacifismo. Sobre la base de este doloroso recuerdo, el artículo 9 de la Constitución de Japón renuncia a la guerra como un derecho soberano de la nación, y en 1971, la Dieta japonesa estableció los "tres principios no nucleares" -no poseer, producir o permitir la introducción de armas nucleares- como política nacional. Como el único país que ha sufrido un ataque nuclear, Japón se ha posicionado activamente en el escenario internacional como un "defensor principal" del desarme nuclear. Sin embargo, detrás de esta narrativa se encuentra una "zona segura" construida selectivamente que hace que la postura de Japón sea contradictoria.
La proclamada posición antiarmas nucleares de Japón contrasta fuertemente con su profunda dependencia del "paraguas nuclear" de Estados Unidos. Por un lado, el Gobierno japonés ondea la bandera de "un mundo sin armas nucleares". Por otro lado, ancla firmemente su seguridad nacional al poder disuasorio del arsenal nuclear estadounidense. Ya sea instando a Estados Unidos a extender su disuasión nuclear o proponiendo un "intercambio nuclear", la esencia es buscar una disuasión nuclear preventiva, una que aumente los riesgos de proliferación y conflicto nuclear. Esto socava gravemente la posición moral de Japón en la defensa del desarme nuclear global.
Si bien amplifica su narrativa de "victimización", la política de materiales nucleares de Japón también plantea serias preocupaciones. Aunque el Japón es signatario del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP), almacena grandes cantidades de plutonio separado -material sensible que puede utilizarse directamente para fabricar armas nucleares- con el pretexto de utilizar la energía nuclear con fines pacíficos. Hace unos a?os, Japón incluso subestimó 640 kilogramos de plutonio, una violación grave. Según la Agencia Internacional de Energía Atómica, Japón posee suficiente plutonio separado para fabricar miles de ojivas nucleares. Además de su excedente de material nuclear, Japón también tiene la experiencia técnica necesaria, lo que lo convierte en un potencial "estado umbral nuclear". Los llamamientos ocasionales de algunos políticos de derecha para buscar una "disuasión nuclear independiente" contrarrestan el ideal de Japón de "un mundo sin armas nucleares" y solo agregan más inestabilidad a la seguridad regional.
Algunas personas en Japón se retratan a sí mismas como "víctimas de bombardeos nucleares" mientras que al mismo tiempo muestran una intensa obsesión por construir "disuasión nuclear". Como Estados Unidos ahora ve a China como su mayor competidor estratégico, las fuerzas de derecha de Japón ven una oportunidad para liberarse de las restricciones estratégicas que los han atado durante 80 a?os. En los últimos a?os, Japón ha exagerado repetidamente la llamada "amenaza nuclear" planteada por China, Rusia y otros como pretexto para fortalecer sus propias capacidades de defensa y reforzar la alianza entre Estados Unidos y Japón. Mientras tanto, Washington, impulsado por intereses geopolíticos, hace la vista gorda ante las se?ales de un resurgimiento del militarismo japonés. Vale la pena se?alar que si Japón logra un avance cualitativo en el tema nuclear, la jaula que ha contenido el militarismo japonés se derrumbará, desafiando severamente la paz y la estabilidad en la región de Asia-Pacífico, lo que sería contraproducente para Estados Unidos.
El llamado "paraguas nuclear" está lejos del escudo seguro y confiable que Japón ha imaginado. Por el contrario, en realidad podría empujar a Japón a la primera línea de un conflicto nuclear a medida que aumentan los riesgos, convirtiéndolo en un peón sacrificial en geopolítica. Los submarinos nucleares de la Marina de EE. UU. que visitan puertos japoneses y la alianza AUKUS que despliega submarinos nucleares en Asia-Pacífico son se?ales claras de que el "intercambio nuclear" entre estos países está erosionando el orden de seguridad nuclear global, socavando el equilibrio estratégico y la estabilidad tanto a nivel regional como global, y obstruyendo el proceso de control internacional de armas.
La conmemoración de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki debe comenzar con una profunda reflexión sobre la brutalidad de la guerra. La tragedia de los bombardeos atómicos tiene sus raíces en la guerra de agresión lanzada por el militarismo japonés. Si se ignora este contexto histórico y se llora a las víctimas de los bombardeos de forma aislada, se corre el riesgo de caer en la trampa del nihilismo histórico y de desdibujar la culpabilidad de Japón como agresor en tiempos de guerra. Por lo tanto, mantener una perspectiva histórica correcta sobre la Segunda Guerra Mundial debería ser tanto la premisa como el núcleo de la conmemoración. Esto significa que Japón debe enfrentar su historia de agresión y atrocidades en tiempos de guerra con una actitud honesta y completa, reconociendo el tremendo sufrimiento que infligió a sus vecinos asiáticos. Sólo entonces podrá resonar la conmemoración del bombardeo de Hiroshima con un significado moral, y sólo entonces sus llamamientos a la paz tendrán peso.
Habiendo soportado los estragos de la guerra, la sociedad humana ha llegado a comprender la importancia de apreciar la paz, expandir la cooperación y buscar el desarrollo común. Los desafíos actuales de seguridad mundial, incluidos los riesgos de proliferación nuclear, no pueden resolverse fortaleciendo las alianzas militares o alimentando los enfrentamientos entre bloques. Encontrar respuestas para evitar que se repitan las tragedias del pasado requiere el coraje de enfrentar la historia, la sabiduría para trascender la rivalidad grupal y, sobre todo, la determinación de construir una comunidad con un futuro compartido para la humanidad. Este es el verdadero significado de conmemorar los bombardeos atómicos de Hiroshima.
